Tema 9: Jesús y las religiones
Lo que pretendemos:
· Que quienes participamos en GUA identifiquemos las señas de identidad de las grandes tradiciones religiosas e incorporemos a nuestra perspectiva la necesidad de un fuerte diálogo interreligioso.
Estrategias:
Acudir a la propia experiencia.
Acudir a la reflexión ignaciana sobre el diálogo y la misión interreligiosa.
Actividades propuestas:
Para la estrategia primera: acudir a la propia experiencia…
1. Oración para empezar: ver apéndice 1.
2. Revisión semanal: Sobre estos dos puntos…
a. Danos un nombre importante para ti últimamente y un sentimiento vivido en los últimos días.
b. ¿Qué cosa te ha pasado personalmente en la que lo religioso en general haya tenido importancia?
c. ¿Qué acontecimiento o qué aspecto de la vida te parece que está, a nivel mundial, más afectado por lo religioso?
3. Acude a tu memoria o a lo que ves actualmente a través de la gente que conoces…
a. En Canarias, ¿qué tradiciones religiosas conviven?
b. ¿Conoces alguna actividad o institución que trabaje para el diálogo interreligioso?
c. ¿Cuáles son, a tu juicio, las mayores tradiciones religiosas de la humanidad? ¿Qué sabes de ellas? ¿Qué crees que pueden aportarnos a los que vivimos en la tradición cristiana?
Para la estrategia segunda: acudir a la reflexión ignaciana sobre el diálogo y la misión interreligiosa…
1. Lectura: .Apéndice 2.
2. Sugerencias: Haz la encuesta que se propone… la compartimos en el grupo.
Acabamos evaluando…
APÉNDICE 1: ORACIÓN
Nos sentimos en la presencia del Señor. Pedimos que abra nuestro corazón.
Nos situamos en presencia de nuestro mundo. Lo imaginamos enorme, lleno de gente. Miramos su color, sus actos, sus esperanzas, sus convicciones, sus palabras…
Pedimos a Dios que nos ayude a abrirnos a nuestros hermanos y hermanas de todas las religiones.
Agradecemos…
APÉNDICE 2: DOCUMENTACIÓN. LA REFLEXIÓN IGNACIANA SOBRE EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO. DOCUMENTO DE LOS JESUITAS.
Introducción. Más de cinco mil millones de seres humanos: unos varones, otros mujeres; unos ricos, muchos más pobres; unos amarillos, otros cobrizos, negros, blancos; unos en paz, otros en guerra; unos cristianos, otros musulmanes, hindúes, budistas, miembros de nuevos movimientos religiosos, creyentes de religiones indígenas, judíos, sin religión alguna. ¿Qué significado tiene y cómo hemos de responder al racismo, a los prejuicios culturales, al fundamentalismo e intolerancia religiosa que tan profundamente marcan el mundo de hoy?
CG34 5:3. La Iglesia y el diálogo interreligioso. El Concilio Vaticano II ha animado a todos los católicos al diálogo para que "reconozcan, guarden y promuevan los bienes espirituales y morales existentes en otras religiones, así como sus valores socioculturales", en orden a "colaborar con ellos en la búsqueda de un mundo de paz, libertad, justicia social y valores morales"[1]. En un mundo en que los católicos apenas suponen un 20% de la población, es indispensable colaborar con otros en el logro de objetivos comunes. En el contexto del papel de división, explotación y conflicto que las religiones, incluida la cristiana, han desempeñado en la historia, el diálogo pretende fomentar el potencial unificador y liberador de toda religión, mostrando así la importancia de la religión para el bienestar humano, la justicia y la paz mundial.
CG34 5:4. La Compañía debe promover el cuádruple diálogo recomendado por la Iglesia: a. El diálogo de la vida, en el que las personas se esfuerzan por vivir en un espíritu de apertura y de buena vecindad, compartiendo sus alegrías y penas, sus problemas y preocupaciones humanas. b. El diálogo de la acción, en el que los cristianos y las restantes personas colaboran con vistas al desarrollo integral y la libertad de la gente. c. El diálogo de la experiencia religiosa, en el que las personas, enraizadas en sus propias tradiciones religiosas, comparten sus riquezas espirituales, por ejemplo en lo que se refiere a la oración y la contemplación, la fe y las vías de búsqueda de Dios y del Absoluto. d. El diálogo del intercambio teológico, en el que los expertos tratan de entender más profundamente sus respectivas herencias religiosas y apreciar sus respectivos valores espirituales"[2].
CG34 5:5. La Compañía y el diálogo interreligioso. Nuestra experiencia en el servicio de la fe y la promoción de la justicia a lo largo de los últimos veinte años ha llevado a muchos de nosotros a estrechar sus contactos con creyentes de otras religiones. Ello nos ha ayudado a respetar la pluralidad de religiones como respuesta humana a la obra salvífica de Dios en pueblos y culturas. Comprobamos que Dios, que quiere que todos los hombres se salven, guía a los creyentes de todas las religiones a la armonía del Reino de Dios por caminos sólo por El conocidos. El Espíritu de Dios se mantiene en continuo diálogo con ellos. Un diálogo interreligioso abierto y sincero es nuestra cooperación al diálogo entablado por Dios con la humanidad. El diálogo interreligioso es, por tanto, "una tarea querida por Dios", "un elemento integral de la misión evangelizadora de la Iglesia"[3], que se expresa en el servicio de la fe y la promoción de la justicia.
CG34 5:6. El diálogo nos ayuda a reconocer que la Palabra de Dios se ha comunicado a esas religiones y que el Espíritu de Dios está presente en ellas con su presencia salvífica[4]. En la comunión eclesial experimentamos en Jesucristo la revelación, singularmente concreta, de la Palabra divina y la efusión del Espíritu divino con su significado universal. Con convicción y cariño compartimos esta experiencia con nuestros hermanos y hermanas de otras religiones, porque "todos somos peregrinos en camino hacia el encuentro de Dios en el corazón humano"[5].
CG34 5:7. Diálogo interreligioso y proclamación del Evangelio no son actividades opuestas, como si una pudiera sustituir a la otra. Ambas son facetas de una única misión evangelizadora de la Iglesia[6]. El diálogo tiende la mano al misterio de Dios activo en los otros. La proclamación da a conocer el misterio de Dios tal como se nos ha revelado en Cristo. Nuestro encuentro espiritual con los creyentes de otras religiones nos ayuda a descubrir dimensiones más hondas en nuestra fe cristiana y horizontes más amplios en la presencia salvífica de Dios en el mundo. "El diálogo es una nueva manera de ser Iglesia"[7]. Sin relativizar en modo alguno nuestra fe en Cristo Jesús ni prescindir de una evaluación crítica de las experiencias religiosas, se nos invita a comprender más profundamente la verdad y el significado del misterio de Cristo en relación con la historia universal de la auto-revelación de Dios.
CG34 5:8. Nuestro compromiso con la promoción de la justicia se realiza en un mundo en el que los problemas de la injusticia, explotación y destrucción del medio ambiente han adquirido dimensiones globales. También las religiones han sido responsables de esos aspectos pecaminosos. De ahí que nuestro compromiso por la justicia y la paz, los derechos humanos y la protección del medio ambiente haya de emprenderse en colaboración con los creyentes de otras religiones. Creemos que estas religiones cuentan con un potencial liberador capaz de crear, mediante la colaboración interreligiosa, un mundo más humano[8].
CG34 5:9. Pautas y directrices. Las religiones indígenas y las grandes religiones mundiales, los nuevos movimientos religiosos y los grupos fundamentalistas nos invitan a un diálogo que corresponda a las peculiares perspectivas y retos de cada uno de ellos. De ahí que no pueda darse una pauta universalmente válida para el diálogo como tal. Las directrices siguientes ofrecen una orientación para el desarrollo de la cultura de diálogo en nuestra vida y apostolado.
Nuestra espiritualidad debe caracterizarse por un "profundo respeto hacia todo lo que en el hombre ha obrado el Espíritu, que sopla donde quiere"[9]. Procuraremos enriquecernos con las experiencias espirituales y valores éticos, perspectivas teológicas y expresiones simbólicas de otras religiones.
El diálogo auténtico con los creyentes de otras religiones requiere que profundicemos nuestra propia fe y misión cristianas, dado que el diálogo real sólo puede tener lugar entre interlocutores enraizados en su propia identidad. Esta es una razón más por la que necesitamos una sólida formación filosófica y teológica, especialmente centrada en la persona y misterio de Cristo Jesús.
Nuestra formación debe ofrecer un mayor acercamiento a las creencias y prácticas de otras religiones mediante cursos especiales y una inserción real en un medio plural.
Nuestra proclamación del Evangelio debe ser sensible al transfondo religioso y cultural de aquéllos a quienes se dirige, y atenta "a los signos de los tiempos a través de los cuales el Espíritu de Dios habla, instruye y guía"[10].
La reflexión teológica debe insistir en "el significado de las diferentes tradiciones religiosas en el designio de Dios y en la experiencia de quienes hallan en ellas su alimento espiritual"[11].
En la acción social debemos colaborar gustosamente con ellos en la denuncia profética de las estructuras de injusticia y en la creación de un mundo de justicia, paz y armonía.
Nuestros centros sociales y culturales han de detectar y promover las dinámicas liberadoras de las religiones y culturas locales e iniciar proyectos comunes para la edificación de un orden social justo.
Nuestras instituciones educativas deben concienciar a sus alumnos acerca del valor de la colaboración interreligiosa e inculcar en ellos la comprensión básica de y respeto por la visión de fe de los miembros de las diversas comunidades religiosas locales, al mismo tiempo que profundizan su propia respuesta de fe ante Dios.
El servicio pastoral ha de preparar a nuestras comunidades cristianas para el diálogo. Debemos interesarnos por los de más allá de los confines de la propia comunidad cristiana y ayudarles a experimentar el amor compasivo de Dios en su propia vida.
CG34 5:12. Situaciones especiales. Al diálogo con el pueblo judío le corresponde un puesto de honor. Una común historia nos une tanto como nos divide de nuestros hermanos y hermanas mayores del pueblo judío, en el cual y a través del cual Dios continúa actuando para la salvación del mundo.
CG34 5:13.. El resurgir del Islam como fuerza religiosa, política y económica es una realidad de nuestro mundo, incluso en países cristianos occidentales; de hecho se ha convertido en una religión mundial. Aun cuando rivalidades, conflictos y aun guerras de antaño hayan dificultado el diálogo actual, tanto la Iglesia como la Compañía se han afanado por lanzar puentes de mutuo entendimiento entre cristianos y musulmanes. En el Concilio Vaticano II la Iglesia ha expresado su estima por los musulmanes, reconociendo valores positivos en el Islam y señalando el estrecho lazo que une a los musulmanes con la Iglesia[12]. La experiencia de los que se han acercado a los musulmanes con preparación, conocimiento y respeto ha demostrado con frecuencia que es de veras posible un diálogo fecundo. En algunos sitios, es verdad, han encontrado dificultades para dialogar con los musulmanes, especialmente en los estados fundados en la Ley Islámica.
CG34 5:14. Los hindúes, en general, acogen las iniciativas cristianas de diálogo. Su triple vía de crecimiento espiritual mediante la devoción fervorosa, la meditación profunda y la acción en favor del bienestar común, ofrece una visión y modo de vida integrados. En el contexto de la discriminación social y de los movimientos restauracionistas, en parte como resultado de ideologías religiosas, la participación en el diálogo entre hindúes y cristianos resulta indispensable.
CG34 5:15. El budismo, en sus muchas formas, es una importante religión que influye en las vidas de millones de personas de todo el mundo. Las Cuatro Nobles Verdades y la Vía Octuple de Buda ofrecen una visión de este mundo basada en su esencial insuficiencia y un camino de vida que, mediante la disciplina ética, la sabiduría y la meditación, conduce a un estado de liberación interior y de iluminación espiritual. El budismo invita a sus seguidores a una desinteresada compasión universal hacia toda criatura viva; ejerce especial atractivo entre nuestros contemporáneos que buscan una experiencia espiritual auténtica y personal. El diálogo con los budistas permite a los cristianos unirse a ellos para abordar la frustración básica hoy tan sentida y para afrontar juntos los problemas de justicia, desarrollo y paz. Además invita a los cristianos a redescubrir la riqueza contemplativa dentro de su propia tradición.
CG34 5:16. El fenómeno del fundamentalismo religioso, presente en todas las religiones, incluida la cristiana, plantea problemas serios. Un empeño apasionado por retornar a las fuentes de cada religión, junto con la reacción contra la moderna cultura secularista, ha desatado el auge de movimientos restauracionistas. La historia de la opresión de una religión por otra dominante ha ocasionado animosidades y prejuicios que han añadido pábulo a tales movimientos. Grupos de poder político, económico, cultural o étnico, manipulan a menudo los sentimientos y estructuras religiosas en orden a salvaguardar intereses creados. Todo ello origina ideologías y movimientos fundamentalistas en el seno de las comunidades religiosas. Nuestra responsabilidad como jesuitas consiste en "comprender por qué han asumido esa peculiar opción los miembros de un movimiento restauracionista y tratar de descubrir, sin prejuicios, sus intenciones legítimas y sus sentimientos heridos"[13]. Esto puede allanar el camino para el diálogo y la reconciliación, que exigirían de nosotros la voluntad de reconocer nuestras pasadas actitudes intolerantes y nuestras injusticias para con los otros[14]. Deberíamos emplear el discernimiento apostólico para decidir lo que hemos de hacer en tales situaciones.
CG34 5:17. Conclusión. Como compañeros de Jesús enviados al mundo de hoy, un mundo caracterizado por el pluralismo religioso, tenemos especial responsabilidad en la promoción del diálogo interreligioso. La visión ignaciana de la realidad proporciona inspiración espiritual y base apostólica para tan urgente tarea. Abre nuestros ojos al incomprensible misterio de la presencia salvífica de Dios (Deus semper maior) en este mundo. Nos hace sensibles al espacio sagrado del trato directo de Dios con las personas a lo largo de la historia. La contemplación de Dios "laborando en todas las cosas" nos ayuda a discernir el espíritu divino en las religiones y las culturas. La meditación del Reino nos capacita para entender la historia como la historia de Dios con nosotros. Nuestra tradición de respuesta creativa a la llamada del Espíritu en las situaciones concretas de la vida es un incentivo para desarrollar una cultura de diálogo en nuestro acercamiento a los creyentes de otras religiones. La cultura del diálogo debe llegar a ser una característica distintiva de nuestra Compañía, enviada al mundo entero para trabajar a mayor gloria de Dios en ayuda de las personas.
[1]. Concilio Vaticano II, Nostra Aetate, 2s.
[2]Diálogo y Anuncio, Consejo Pontificio para el Diálogo interreligioso y Congregación para la Evangelización de los pueblos, (42), BCDR 26(1991) 210-250.
[3]Juan Pablo II, Mensaje al Secretariado para los no-cristianos (Vaticano 22.4.1987, BCDR 22(1987)224; Diálogo y Anuncio op. cit. (38).
[4]Cf. FABC, Declaración de noviembre de 1986 en Rosales y Arévalo (op.cit.), p.259.
[5]Pablo VI, Mensaje al Congreso Eucarístico (Bombay 3.12.1964), AAS 57(1965)124-126.
[6]"Misión evangelizadora o, más sencillamente, evangelización, se refiere a la misión de la Iglesia en su conjunto... Anuncio adquiere un puesto tan importante en la evangelización que con frecuencia es en realidad sinónimo; sin embargo, no pasa de ser un aspecto... Diálogo significa el conjunto de las relaciones interreligiosas, positivas y constructivas, con personas y comunidades de otras confesiones, tendentes a un conocimiento y enriquecimiento recíprocos": Diálogo y Anuncio (o.c.), 8-9.
[7]Pablo VI, Ecclesiam Suam, 63.
[8]Juan Pablo II, A representantes de religiones no-cristianas (Madrás 5.2.1986), AAS 78(1986)768.
[9]Juan Pablo II, Redemptoris Missio, 56.
[10]Diálogo y Anuncio (o.c.), 78.
[11]Ibid.
[12]Concilio Vaticano II, Nostra Aetate, 3; Lumen Gentium, 16.
[13]FABC, Declaración del 3 de noviembre 1988, en: Rosales y Arévalo op. cit., p.309.
[14]Secretariado para los no-cristianos, Orientaciones para un diálogo entre musulmanes y cristianos (Anchora Press, 1971), pp.74-77.
· Que quienes participamos en GUA identifiquemos las señas de identidad de las grandes tradiciones religiosas e incorporemos a nuestra perspectiva la necesidad de un fuerte diálogo interreligioso.
Estrategias:
Acudir a la propia experiencia.
Acudir a la reflexión ignaciana sobre el diálogo y la misión interreligiosa.
Actividades propuestas:
Para la estrategia primera: acudir a la propia experiencia…
1. Oración para empezar: ver apéndice 1.
2. Revisión semanal: Sobre estos dos puntos…
a. Danos un nombre importante para ti últimamente y un sentimiento vivido en los últimos días.
b. ¿Qué cosa te ha pasado personalmente en la que lo religioso en general haya tenido importancia?
c. ¿Qué acontecimiento o qué aspecto de la vida te parece que está, a nivel mundial, más afectado por lo religioso?
3. Acude a tu memoria o a lo que ves actualmente a través de la gente que conoces…
a. En Canarias, ¿qué tradiciones religiosas conviven?
b. ¿Conoces alguna actividad o institución que trabaje para el diálogo interreligioso?
c. ¿Cuáles son, a tu juicio, las mayores tradiciones religiosas de la humanidad? ¿Qué sabes de ellas? ¿Qué crees que pueden aportarnos a los que vivimos en la tradición cristiana?
Para la estrategia segunda: acudir a la reflexión ignaciana sobre el diálogo y la misión interreligiosa…
1. Lectura: .Apéndice 2.
2. Sugerencias: Haz la encuesta que se propone… la compartimos en el grupo.
Acabamos evaluando…
APÉNDICE 1: ORACIÓN
Nos sentimos en la presencia del Señor. Pedimos que abra nuestro corazón.
Nos situamos en presencia de nuestro mundo. Lo imaginamos enorme, lleno de gente. Miramos su color, sus actos, sus esperanzas, sus convicciones, sus palabras…
Pedimos a Dios que nos ayude a abrirnos a nuestros hermanos y hermanas de todas las religiones.
Agradecemos…
APÉNDICE 2: DOCUMENTACIÓN. LA REFLEXIÓN IGNACIANA SOBRE EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO. DOCUMENTO DE LOS JESUITAS.
Introducción. Más de cinco mil millones de seres humanos: unos varones, otros mujeres; unos ricos, muchos más pobres; unos amarillos, otros cobrizos, negros, blancos; unos en paz, otros en guerra; unos cristianos, otros musulmanes, hindúes, budistas, miembros de nuevos movimientos religiosos, creyentes de religiones indígenas, judíos, sin religión alguna. ¿Qué significado tiene y cómo hemos de responder al racismo, a los prejuicios culturales, al fundamentalismo e intolerancia religiosa que tan profundamente marcan el mundo de hoy?
CG34 5:3. La Iglesia y el diálogo interreligioso. El Concilio Vaticano II ha animado a todos los católicos al diálogo para que "reconozcan, guarden y promuevan los bienes espirituales y morales existentes en otras religiones, así como sus valores socioculturales", en orden a "colaborar con ellos en la búsqueda de un mundo de paz, libertad, justicia social y valores morales"[1]. En un mundo en que los católicos apenas suponen un 20% de la población, es indispensable colaborar con otros en el logro de objetivos comunes. En el contexto del papel de división, explotación y conflicto que las religiones, incluida la cristiana, han desempeñado en la historia, el diálogo pretende fomentar el potencial unificador y liberador de toda religión, mostrando así la importancia de la religión para el bienestar humano, la justicia y la paz mundial.
CG34 5:4. La Compañía debe promover el cuádruple diálogo recomendado por la Iglesia: a. El diálogo de la vida, en el que las personas se esfuerzan por vivir en un espíritu de apertura y de buena vecindad, compartiendo sus alegrías y penas, sus problemas y preocupaciones humanas. b. El diálogo de la acción, en el que los cristianos y las restantes personas colaboran con vistas al desarrollo integral y la libertad de la gente. c. El diálogo de la experiencia religiosa, en el que las personas, enraizadas en sus propias tradiciones religiosas, comparten sus riquezas espirituales, por ejemplo en lo que se refiere a la oración y la contemplación, la fe y las vías de búsqueda de Dios y del Absoluto. d. El diálogo del intercambio teológico, en el que los expertos tratan de entender más profundamente sus respectivas herencias religiosas y apreciar sus respectivos valores espirituales"[2].
CG34 5:5. La Compañía y el diálogo interreligioso. Nuestra experiencia en el servicio de la fe y la promoción de la justicia a lo largo de los últimos veinte años ha llevado a muchos de nosotros a estrechar sus contactos con creyentes de otras religiones. Ello nos ha ayudado a respetar la pluralidad de religiones como respuesta humana a la obra salvífica de Dios en pueblos y culturas. Comprobamos que Dios, que quiere que todos los hombres se salven, guía a los creyentes de todas las religiones a la armonía del Reino de Dios por caminos sólo por El conocidos. El Espíritu de Dios se mantiene en continuo diálogo con ellos. Un diálogo interreligioso abierto y sincero es nuestra cooperación al diálogo entablado por Dios con la humanidad. El diálogo interreligioso es, por tanto, "una tarea querida por Dios", "un elemento integral de la misión evangelizadora de la Iglesia"[3], que se expresa en el servicio de la fe y la promoción de la justicia.
CG34 5:6. El diálogo nos ayuda a reconocer que la Palabra de Dios se ha comunicado a esas religiones y que el Espíritu de Dios está presente en ellas con su presencia salvífica[4]. En la comunión eclesial experimentamos en Jesucristo la revelación, singularmente concreta, de la Palabra divina y la efusión del Espíritu divino con su significado universal. Con convicción y cariño compartimos esta experiencia con nuestros hermanos y hermanas de otras religiones, porque "todos somos peregrinos en camino hacia el encuentro de Dios en el corazón humano"[5].
CG34 5:7. Diálogo interreligioso y proclamación del Evangelio no son actividades opuestas, como si una pudiera sustituir a la otra. Ambas son facetas de una única misión evangelizadora de la Iglesia[6]. El diálogo tiende la mano al misterio de Dios activo en los otros. La proclamación da a conocer el misterio de Dios tal como se nos ha revelado en Cristo. Nuestro encuentro espiritual con los creyentes de otras religiones nos ayuda a descubrir dimensiones más hondas en nuestra fe cristiana y horizontes más amplios en la presencia salvífica de Dios en el mundo. "El diálogo es una nueva manera de ser Iglesia"[7]. Sin relativizar en modo alguno nuestra fe en Cristo Jesús ni prescindir de una evaluación crítica de las experiencias religiosas, se nos invita a comprender más profundamente la verdad y el significado del misterio de Cristo en relación con la historia universal de la auto-revelación de Dios.
CG34 5:8. Nuestro compromiso con la promoción de la justicia se realiza en un mundo en el que los problemas de la injusticia, explotación y destrucción del medio ambiente han adquirido dimensiones globales. También las religiones han sido responsables de esos aspectos pecaminosos. De ahí que nuestro compromiso por la justicia y la paz, los derechos humanos y la protección del medio ambiente haya de emprenderse en colaboración con los creyentes de otras religiones. Creemos que estas religiones cuentan con un potencial liberador capaz de crear, mediante la colaboración interreligiosa, un mundo más humano[8].
CG34 5:9. Pautas y directrices. Las religiones indígenas y las grandes religiones mundiales, los nuevos movimientos religiosos y los grupos fundamentalistas nos invitan a un diálogo que corresponda a las peculiares perspectivas y retos de cada uno de ellos. De ahí que no pueda darse una pauta universalmente válida para el diálogo como tal. Las directrices siguientes ofrecen una orientación para el desarrollo de la cultura de diálogo en nuestra vida y apostolado.
Nuestra espiritualidad debe caracterizarse por un "profundo respeto hacia todo lo que en el hombre ha obrado el Espíritu, que sopla donde quiere"[9]. Procuraremos enriquecernos con las experiencias espirituales y valores éticos, perspectivas teológicas y expresiones simbólicas de otras religiones.
El diálogo auténtico con los creyentes de otras religiones requiere que profundicemos nuestra propia fe y misión cristianas, dado que el diálogo real sólo puede tener lugar entre interlocutores enraizados en su propia identidad. Esta es una razón más por la que necesitamos una sólida formación filosófica y teológica, especialmente centrada en la persona y misterio de Cristo Jesús.
Nuestra formación debe ofrecer un mayor acercamiento a las creencias y prácticas de otras religiones mediante cursos especiales y una inserción real en un medio plural.
Nuestra proclamación del Evangelio debe ser sensible al transfondo religioso y cultural de aquéllos a quienes se dirige, y atenta "a los signos de los tiempos a través de los cuales el Espíritu de Dios habla, instruye y guía"[10].
La reflexión teológica debe insistir en "el significado de las diferentes tradiciones religiosas en el designio de Dios y en la experiencia de quienes hallan en ellas su alimento espiritual"[11].
En la acción social debemos colaborar gustosamente con ellos en la denuncia profética de las estructuras de injusticia y en la creación de un mundo de justicia, paz y armonía.
Nuestros centros sociales y culturales han de detectar y promover las dinámicas liberadoras de las religiones y culturas locales e iniciar proyectos comunes para la edificación de un orden social justo.
Nuestras instituciones educativas deben concienciar a sus alumnos acerca del valor de la colaboración interreligiosa e inculcar en ellos la comprensión básica de y respeto por la visión de fe de los miembros de las diversas comunidades religiosas locales, al mismo tiempo que profundizan su propia respuesta de fe ante Dios.
El servicio pastoral ha de preparar a nuestras comunidades cristianas para el diálogo. Debemos interesarnos por los de más allá de los confines de la propia comunidad cristiana y ayudarles a experimentar el amor compasivo de Dios en su propia vida.
CG34 5:12. Situaciones especiales. Al diálogo con el pueblo judío le corresponde un puesto de honor. Una común historia nos une tanto como nos divide de nuestros hermanos y hermanas mayores del pueblo judío, en el cual y a través del cual Dios continúa actuando para la salvación del mundo.
CG34 5:13.. El resurgir del Islam como fuerza religiosa, política y económica es una realidad de nuestro mundo, incluso en países cristianos occidentales; de hecho se ha convertido en una religión mundial. Aun cuando rivalidades, conflictos y aun guerras de antaño hayan dificultado el diálogo actual, tanto la Iglesia como la Compañía se han afanado por lanzar puentes de mutuo entendimiento entre cristianos y musulmanes. En el Concilio Vaticano II la Iglesia ha expresado su estima por los musulmanes, reconociendo valores positivos en el Islam y señalando el estrecho lazo que une a los musulmanes con la Iglesia[12]. La experiencia de los que se han acercado a los musulmanes con preparación, conocimiento y respeto ha demostrado con frecuencia que es de veras posible un diálogo fecundo. En algunos sitios, es verdad, han encontrado dificultades para dialogar con los musulmanes, especialmente en los estados fundados en la Ley Islámica.
CG34 5:14. Los hindúes, en general, acogen las iniciativas cristianas de diálogo. Su triple vía de crecimiento espiritual mediante la devoción fervorosa, la meditación profunda y la acción en favor del bienestar común, ofrece una visión y modo de vida integrados. En el contexto de la discriminación social y de los movimientos restauracionistas, en parte como resultado de ideologías religiosas, la participación en el diálogo entre hindúes y cristianos resulta indispensable.
CG34 5:15. El budismo, en sus muchas formas, es una importante religión que influye en las vidas de millones de personas de todo el mundo. Las Cuatro Nobles Verdades y la Vía Octuple de Buda ofrecen una visión de este mundo basada en su esencial insuficiencia y un camino de vida que, mediante la disciplina ética, la sabiduría y la meditación, conduce a un estado de liberación interior y de iluminación espiritual. El budismo invita a sus seguidores a una desinteresada compasión universal hacia toda criatura viva; ejerce especial atractivo entre nuestros contemporáneos que buscan una experiencia espiritual auténtica y personal. El diálogo con los budistas permite a los cristianos unirse a ellos para abordar la frustración básica hoy tan sentida y para afrontar juntos los problemas de justicia, desarrollo y paz. Además invita a los cristianos a redescubrir la riqueza contemplativa dentro de su propia tradición.
CG34 5:16. El fenómeno del fundamentalismo religioso, presente en todas las religiones, incluida la cristiana, plantea problemas serios. Un empeño apasionado por retornar a las fuentes de cada religión, junto con la reacción contra la moderna cultura secularista, ha desatado el auge de movimientos restauracionistas. La historia de la opresión de una religión por otra dominante ha ocasionado animosidades y prejuicios que han añadido pábulo a tales movimientos. Grupos de poder político, económico, cultural o étnico, manipulan a menudo los sentimientos y estructuras religiosas en orden a salvaguardar intereses creados. Todo ello origina ideologías y movimientos fundamentalistas en el seno de las comunidades religiosas. Nuestra responsabilidad como jesuitas consiste en "comprender por qué han asumido esa peculiar opción los miembros de un movimiento restauracionista y tratar de descubrir, sin prejuicios, sus intenciones legítimas y sus sentimientos heridos"[13]. Esto puede allanar el camino para el diálogo y la reconciliación, que exigirían de nosotros la voluntad de reconocer nuestras pasadas actitudes intolerantes y nuestras injusticias para con los otros[14]. Deberíamos emplear el discernimiento apostólico para decidir lo que hemos de hacer en tales situaciones.
CG34 5:17. Conclusión. Como compañeros de Jesús enviados al mundo de hoy, un mundo caracterizado por el pluralismo religioso, tenemos especial responsabilidad en la promoción del diálogo interreligioso. La visión ignaciana de la realidad proporciona inspiración espiritual y base apostólica para tan urgente tarea. Abre nuestros ojos al incomprensible misterio de la presencia salvífica de Dios (Deus semper maior) en este mundo. Nos hace sensibles al espacio sagrado del trato directo de Dios con las personas a lo largo de la historia. La contemplación de Dios "laborando en todas las cosas" nos ayuda a discernir el espíritu divino en las religiones y las culturas. La meditación del Reino nos capacita para entender la historia como la historia de Dios con nosotros. Nuestra tradición de respuesta creativa a la llamada del Espíritu en las situaciones concretas de la vida es un incentivo para desarrollar una cultura de diálogo en nuestro acercamiento a los creyentes de otras religiones. La cultura del diálogo debe llegar a ser una característica distintiva de nuestra Compañía, enviada al mundo entero para trabajar a mayor gloria de Dios en ayuda de las personas.
[1]. Concilio Vaticano II, Nostra Aetate, 2s.
[2]Diálogo y Anuncio, Consejo Pontificio para el Diálogo interreligioso y Congregación para la Evangelización de los pueblos, (42), BCDR 26(1991) 210-250.
[3]Juan Pablo II, Mensaje al Secretariado para los no-cristianos (Vaticano 22.4.1987, BCDR 22(1987)224; Diálogo y Anuncio op. cit. (38).
[4]Cf. FABC, Declaración de noviembre de 1986 en Rosales y Arévalo (op.cit.), p.259.
[5]Pablo VI, Mensaje al Congreso Eucarístico (Bombay 3.12.1964), AAS 57(1965)124-126.
[6]"Misión evangelizadora o, más sencillamente, evangelización, se refiere a la misión de la Iglesia en su conjunto... Anuncio adquiere un puesto tan importante en la evangelización que con frecuencia es en realidad sinónimo; sin embargo, no pasa de ser un aspecto... Diálogo significa el conjunto de las relaciones interreligiosas, positivas y constructivas, con personas y comunidades de otras confesiones, tendentes a un conocimiento y enriquecimiento recíprocos": Diálogo y Anuncio (o.c.), 8-9.
[7]Pablo VI, Ecclesiam Suam, 63.
[8]Juan Pablo II, A representantes de religiones no-cristianas (Madrás 5.2.1986), AAS 78(1986)768.
[9]Juan Pablo II, Redemptoris Missio, 56.
[10]Diálogo y Anuncio (o.c.), 78.
[11]Ibid.
[12]Concilio Vaticano II, Nostra Aetate, 3; Lumen Gentium, 16.
[13]FABC, Declaración del 3 de noviembre 1988, en: Rosales y Arévalo op. cit., p.309.
[14]Secretariado para los no-cristianos, Orientaciones para un diálogo entre musulmanes y cristianos (Anchora Press, 1971), pp.74-77.